Sólo una muerte para tanta vida.
Sólo una noche sosegada y larga
para abarcar los días con su carga
de ansiedad y memoria sostenida.
Nos bastará una sola muerte erguida
sobre la luz que envuelve y aletarga.
Sólo una muerte aséptica y amarga
para esta fiebre que cabalga henchida,
para esta libertad irrefrenable,
para esta guerra a que la sangre llama,
para este ardido viaje de la suerte,
para este grito tenso, inabarcable,
para este hambre que devora y clama…
Sólo una vida para tanta muerte.
Osvaldo Pol, sj