Suena el despertador, nos levantamos ya cansados, un nuevo día ¡buff! Qué pereza, es miércoles, ojalá llegue el fin de semana ya.
¡No! ¡No podemos vivir así! La vida se nos regala para vivirla en abundancia ¡Para vibrar cada día y disfrutar de todas las cosas buenas que ella tiene! La vida tiene un tesoro escondido que tenemos que descubrir. No podemos dejar que pase un solo día de nuestra vida sin que algo pase, no podemos vivir nuestro día a día solamente pensando en el fin de semana.
Pero, ¿como hacerlo? ¿cómo vivir una vida que tenga sentido? ¿cómo disfrutar con todo lo que hacemos? Es verdad, parece imposible vivir apasionados todos los días de nuestra vida. Sin embargo, si nos paramos un poco a pensar descubrimos rápidamente que hay una ‘fórmula mágica’ que lo cambia todo: la sonrisa. Sonreír es el arma que transforma lo malo en bueno, ¡sonreír puede cambiarte la vida! Acaso no te llama la atención la sonrisa con la que el conductor de autobús día a día te saluda diciéndote: ¡buenos días!; o tu amigo que siempre pone un mensaje simpático por la mañana en el grupo de WhatsApp con un simple: ¡ánimo a todos con el día!; o la sonrisa que tiene tu madre todos los días en el desayuno; o el profesor, compañero de trabajo, desconocido que no para de sonreír, y tu le ves y no puedes dejar de preguntarte: ¿por qué esta siempre sonriendo? ¿qué le hace vivir tan feliz? Ahí está la clave. ¡La sonrisa es capaz de contagiar las ganas de vivir!
Imagínate un mundo en el que la gente se levantase sonriendo en el día a día; con ganas de disfrutar la vida, sonriendo para intentar hacer de este mundo un lugar mejor. Porque aquí esta la clave: ¡la sonrisa es contagiosa! Si uno sonríe, hace sonreír, hace que las personas de tu alrededor descubran que somos humanos, que no podemos simplemente ‘sobrevivir’ en nuestro día a día. Porque estamos llamados a ‘vivir intensamente’ todos los días, aprovechándolos para intentar hacer de este mundo un lugar un poco mejor ¡Sonreír es el propósito de la vida!
Por eso Jesús en las bienaventuranzas, nos recuerda como nuestra fe nos invita a vivir intensamente tratando de mejorar la vida de las personas que nos rodean, utilizando en todo momento esta fórmula mágica: ¡estad alegres y contentos! No dejéis de sonreír, contagiad esa alegría que hace que la gente disfrute de la vida disfrutando del día a día. Convertíos en personas que cuando os miren se pregunten: ¿por qué esté siempre vive tan feliz y no para de sonreír? ¿quién es el motor de su ‘sonrisa’?
Jesús Barroso