Jesús nos pide que respondamos a su propuesta de vida, que decidamos cuál es el camino que queremos recorrer para llegar a la verdadera alegría. Se trata de un gran desafío para la fe. Jesús no tuvo miedo de preguntar a sus discípulos si querían seguirle de verdad o si preferían irse por otros caminos. Y Simón, llamado Pedro, tuvo el valor de contestar: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna». Si sabes decir “sí” a Jesús, entonces tu vida joven se llenará de significado y será fecunda.
Bienaventurados quiere decir felices. ¿Buscas de verdad la felicidad? En una época en que tantas apariencias de felicidad nos atraen, corremos el riesgo de contentarnos con poco, de tener una idea de la vida “en pequeño”. ¡Soña con cosas grandes! ¡Ensancha tu corazón!
Si de verdad dejas emerger las aspiraciones más profundas de tu corazón, te vas a dar cuenta de que en vos hay un deseo inextinguible de felicidad, y esto te permitirá desenmascarar y rechazar tantas ofertas “a bajo precio” que encontras a tu alrededor. Cuando buscamos el éxito, el placer, el poseer en modo egoísta y los convertimos en ídolos, podemos experimentar también momentos de embriaguez, un falso sentimiento de satisfacción, pero al final nos hacemos esclavos, nunca estamos satisfechos, y sentimos la necesidad de buscar cada vez más. Es muy triste ver a una juventud “harta”, pero débil.
Animate a ir contracorriente. A buscar la verdadera felicidad. Decí no a la cultura de lo provisional, de la superficialidad y del usar y tirar, que no te considera capaz de asumir responsabilidades y de afrontar los grandes desafíos de la vida. Se trata de buscar lo esencial, de aprender a despojarse de tantas cosas superfluas que nos ahogan. Desprendámonos de la codicia del tener, del dinero idolatrado y después derrochado. Pongamos a Jesús en primer lugar y en el centro de nuestras vidas, de nuestras búsquedas. Él nos puede liberar de las idolatrías que nos convierten en esclavos. Él nos conoce, nos ama y jamás se olvida de nosotros.
Papa Francisco