Caer en la Misión San Francisco Javier no fue casualidad sino más bien una causalidad. Uno nunca llega a entender los caminos de Dios pero claramente son perfectos y estoy agradecida de que fuera Él quien guiara mis pasos para llegar a vivir esta misión.
Es una experiencia en la que en tan solo una semana se puede llegar a admirar y a percibir lo que es la grandeza de Su amor. Es increíble como sentir Su presencia en cada oración, en cada visita a las casas de la gente, en las reflexiones, en la comunidad, en las misas, en las compartidas se vuelve algo casi cotidiano.
Y una vez más Jesús sigue sorprendiendo porque uno llega a la misión creyendo que va a misionar pero al final termina siendo uno mismo el misionado.
Sólo tengo palabras de agradecimiento, tanto para mi comunidad quienes a pesar de ser mi primer año en la misión y habiendo entrado en el último año del ciclo supieron hacerme sentir no solo como en casa sino también parte de una gran familia; como para la gente del pueblo que me abrió mucho más que las puertas de su casa, enseñándome sobre calidez, hospitalidad, generosidad y amor desinteresado en cada una de las casas visitadas, en cada uno de los talleres propuestos, en cada sonrisa, abrazo y palabra de aliento. Pero tengo un gracias muy inmenso al que inspiró a cada uno de los que participamos de esta misión a hacerlo y al que es motivo por el cual dejan de existir fronteras entre países para salir al encuentro de personas que saben colmarte el corazón de paz y felicidad, haciendo valer cada una de las palabras de nuestro querido Papa Francisco: «vayan sin miedo para servir».
Ojala muchos jóvenes más tengan la valentía de sumarse a experiencias como esta y ser manos, pies y boca de Cristo en la tierra, contagiando esa llama encendida de la fe latente en nuestros corazones.
Margarita Torregiani
Misión Joven San Francisco Javier
Ciclo Mercedes, Uruguay (2014-2016)
