No cuesta nada pero vale mucho.
Enriquece al que la recibe,
Sin empobrecer al que la da.
Se realiza en un instante,
y su memoria perdura para siempre.
Nadie es tan rico
que pueda prescindir de ella,
ni tan pobre que no pueda darla.
Y, con todo, no puede ser comprobada,
mendigada, robada,
porque no existe hasta que se da.
Y si en el momento de comprar,
el vencedor está tan cansado
que no puede sonreír,
¿quieres tu darle una sonrisa?.
Porque nadie necesita tanto una sonrisa
como los que no tienen una
para dar a los demás.
Amén.
San Alberto Hurtado, sj