Nos empeñamos en sacar agua
de pozos incompletos.
Nos atormenta la sed
y por más que intentamos
saciarla con egos y banderas,
discursos y espejismos,
al rato vuelve el ansia,
la necesidad, la frustración.
Dicen que hay un manantial
de Agua viva, eterna, posible.
Y quien bebe de esa fuente,
no pasa más sed.
Hablan de un Amor inmortal,
y de la justicia.
Cantan la libertad.
Pero no basta oírlo.
Hay que creerlo.
Y lanzarse a buscar esa verdad primera,
que desafía al vértigo,
la desnudez, y la mortalidad,
desde el salto al vacío de la fe.
José María Rodriguez Olaizola, sj