Señor, a menudo mis amigos me dicen:
“No puedo creer. No veo a Dios.
Solo creo lo que veo y experimento.
Todo lo que vos crees es mera fantasía”
Tales afirmaciones me ponen inseguro
y con frecuencia no sé que contestar.
Porque también siento en mí la duda
de si es cierto todo lo que creo o solo es
algo que imagino para que me vaya mejor.
Jesús, tú no reprendiste a Tomás cuando dudaba.
Tú recompensaste su duda.
Él no solo pudo verte sino
también tocar tus heridas.
Eso lo llevó a una fe más profunda.
Y así pudo confesar. “ Señor mío y Dios mío” (Jn 20,28)
Haz que, más allá de todas las dudas,
te reconozca más y más: Señor mío y Dios mío.
Reina en mí y expulsa todos los falsos
señores de mi corazón: los señores del
dinero y el éxito, del reconocimiento y la confirmación ajena.
Sé tú mi Dios y libérame de los dioses
en pos de los cuáles corro con frecuencia.
Regalame como a Tomás, el contacto contigo
y tus llagas, para que en ellas
sienta el amor que murió por mí.
Entonces comprenderé lo que les
dijiste a tus amigos y lo que hoy me dices
a mí también: “Nadie tiene mayor amor
que el que da su vida por sus amigos” (Jn 15,13)
Anselm Grün