Cada uno de nosotros es una hoja de un gran libro: el libro de la vida, el libro de nuestras vidas, donde cada día, todos los días, escribimos historias, nuestras, que vivimos, que sentimos. Llega un día en que le ponemos punto final, pero… podemos ponerle una coma y seguir contando la historia de otros o poner una coma y seguir contando nuestra historia y la de otro.
La honorable Cámara de Diputados de la Nación Argentina aprobó por unanimidad la nueva Ley de Trasplante de Órganos y Tejidos el pasado Miércoles 4 de Julio, también conocida como Ley Justina.
Con esta modificación, se facilitan los procesos de donación en los hospitales, también establece que todos los ciudadanos mayores de edad serán donantes a menos que manifiesten su voluntad de no serlo.
Uno de los argumentos más convincentes para la donación de órganos es el amor y la compasión que un acto de esa magnitud demuestra hacia los demás. “Ama a tu prójimo”, estar dispuestos a donar un órgano de nuestro propio cuerpo es el ejemplo más grande de entrega desinteresada a otra persona.
Tenemos al máximo ejemplo de esto, el que entregó su cuerpo por toda la humanidad. Fue la medida en que Jesús intentó transmitirnos el mensaje de amor incondicional a nuestro prójimo. Somos llamados a darnos para los demás. Para amar a los demás. Amor para poder sentirse útil a los demás, amor para que se pueda consolidar un sueño, una esperanza de seguir viviendo.
Existen tantas formas de ayudar, tantas cosas con las que podemos hacerlo… desde cosas tan simples como darle un hombro a alguien que lo necesite, hasta salvarle la vida a alguien que está perdiéndola. Donar es dar vida, es hacer un regalo a otra persona cuando la vida de uno ya no puede salvarse.