La semana pasada vi una vez más “La Misión”. Una película que tiene más de 30 años, protagonizada por Robert de Niro y Jeremy Irons. En ella, se relata el proyecto de evangelización llevado a cabo por un grupo de sacerdotes de la Compañía de Jesús en sud-América en tiempos de la Colonia. Como en otras ocasiones ella me dejó pensando. En esta oportunidad me detuve en la tensión que se crea en una parte de la película. Ante una situación de injusticia, la cual se presenta como definitiva, uno de los sacerdotes jesuitas protagonistas de la historia toma una determinación, mientras el otro asume una respuesta totalmente distinta.
El primero de ellos decide resolver la agresión que sufre su pueblo tomando las mismas armas con las que ellos eran agredidos, mientras el segundo de los sacerdotes se inclina por otra arma, en la cual se confía. Ambos terminan en la película sufriendo el mismo destino.
Esto me llevaba a reflexionar que en la vida no todo es blanco y negro, sino que muchas veces hay grises que tiñen las situaciones en las cuales nos toca decidir. En ellas es necesario escuchar las diversas voces que me habitan. La voz de la Iglesia, la nuestros familiares y amigos; permaneciendo atentos al diálogo que se lleva a cabo en nuestro interior, lugar de encuentro entre mi propia voz y la voz de Dios.
El mismo Ignacio de Loyola, al que celebraremos la próxima semana, se vio ante esta encrucijada en el momento en que decide velar sus armas en Monserrat, abrazando desde ese instante las armas de Cristo. Elección de vida que le permitirá en adelante decidirse en vistas a lo que Dios lo iba invitando.
Teniendo siempre presente de qué modo mi decisión afectará a los demás, a mi propia persona y al proyecto del Reino que Dios viene cimentando entre nosotros; te invito a que en esta semana ignaciana antes de responder a las preguntas que vienen requiriendo de vos una respuesta contundente, no te apresures tomando decisiones rápidas, abre la posibilidad a que el discernimiento (fruto de tu diálogo interior), te ayude a tomar la decisión que más te oriente al seguimiento de Jesucristo.
Te invito a que puedas ver la película La Misión si aún no lo has hecho, y te detengas en la escena que acabo de relatarte. Una vez allí pregúntate ¿qué haría yo en su lugar? Dos opciones muy diferentes ante un mismo hecho, situación en la que seguramente la vida te encontrará y te pedirá que te decidas por algunas de las armas con la cual responderás.
Tu decisión más allá de cual sea el final de la película de tu vida irá formando en vos al hombre, en quien Dios confíe la construcción de su Reino, la Iglesia.
Franco Raspa, sj