Nos dice el Papa Francisco que el mensaje mas importante del evangelio se resume en una invitación: «responder al Dios amante que nos salva, reconociéndolo en los demás y saliendo de nosotros mismos para buscar el bien de todos»
Cada persona, en algún momento de su vida, tiene una experiencia en donde hace carne esta invitación. En alguna misión, retiro, encuentro, comunidad donde por primera vez se sintió amado por Jesús. En alguna conversación abrazo, gesto, o incluso momento de dificultad en donde «se le movió algo». En fin, no pretendo encasillar este encuentro porque seria imposible enumerar cada una de las formas en la que Dios nos llama. Es personal, intimo, y está guardado en cada corazón.
Lo que surge luego de conocer un Dios amante es el ferviente deseo de seguirlo. De «reconocer tanto bien recibido», diría San Ignacio. Es que descubrir un Jesús que nos amó hasta dar la vida, que entregó todo para salvarnos, nos cambia radicalmente. La invitación que nos hace es la de construir su Reino, aquí en la tierra. Y esto es imposible hacerlo solo: necesariamente involucra a los demás, a los que me rodean.
Una conversión personal, movida por esta experiencia de sentirse amado por Dios, que lleva a cambiar mi entorno. ¿Como? Imitando a Jesús. El Evangelio nos cuenta sobre su vida: sus gestos, sus acciones. También sus miradas y sus actitudes. Si hay algo que persiste en la vida de Jesús es su trato especial con las personas que se cruzaba. Su atención siempre puesta en los demás, su habilidad para reconocer el sufrimiento del otro, para sanarlo. Sobre todo con aquellos a los que menos importancia se les daba (ancianos, pobres, enfermos). Su vida fue un ejemplo de amar al prójimo, y nos llama a amar al otro como a nosotros mismos.
Cabe preguntarse que implica en nuestra vida el «salir de mi mismo». Tomando como ejemplo al Señor, ¿Donde veo yo que se me necesita? ¿Como puedo aportar para construir el reino? Quizás alguna obra de servicio, un cambio de actitud, una palabra de aliento, un oído para escuchar al que lo necesita, un abrazo. No dejemos pasar la oportunidad!
Nacho Lupotti