“¿Eres tu el hijo de Dios?” Yo soy
Estamos acompañando estos misterios de la vida de Jesús, observando gestos y palabras. El Jueves Santo es un día muy especial y cargado de símbolos. Encaminarse a la Pascua, comer juntos, rezar pidiendo al Padre lo más humano: “si puedes, que pase lejos de mi este cáliz, pero que se haga tu voluntad”, y después ir hacia el juicio sabiendo que solo de ese modo se podría comprender un amor tan grande, y confiando en esa promesa del Padre: al tercer día resucitarás. Hay muchas cosas del Amor que aún viéndolo: crucificado, no comprendemos. Y Jesús debe volver y explicárnoslo. Dentro de todo lo que significa el Jueves Santo hay algo que particularmente me llama la atención. Ante tantas comparecencias y preguntas Jesús no duda de quién es. Pilatos le pregunta: ¿Eres tu el Rey de los Judíos, eres el hijo de Dios? Y Jesús responde: Yo soy.
La pregunta por la identidad es una de las preguntas más difíciles de responder en el mundo actual. Si me preguntan quien soy, suelo responder con mi nombre y apellido, o con mi profesión, o con la actividad que realizo, o… etc. Pero reconocer y reconocerme hijo de Dios a veces se hace muy difícil. Jesús sin embargo nos muestra que recorrer el camino de reconocer nuestra identidad es lo que nos abre las puertas a la libertad. Nos obliga, nos une a los más verdadero dentro nuestro. Describir el lugar de dónde venimos y adónde vamos. Descubrirnos sin que nos avergüence aquello que somos y somos fruto de nuestras decisiones, algunas buenas y otras que deberían ser mejoradas porque la equivocación forma parte de nuestro ser. Lo bueno del ser humano es que tiene la posibilidad de corregir sus errores y de enmendarlos las veces que sea necesario.
En Jesús encontramos a ese Dios, hecho hombre, que se afirma en la confianza en su Padre, sabe quién es a partir de su diálogo con Dios y con los hombre y mujeres que se cruzan en su camino. Jesús ha rezado en el monte de los olivos, ha entrado en diálogo con el Padre y ha podido experimentar su realidad, su verdad más profunda y que es “ser el mismo” a partir de descubrir el lugar de mi partida. Mi punto de partida es el Padre y vuelvo al Padre. Nuestro lugar en el mundo, mi Afirmarme en la vida está en descubrir mi origen, hacerme cargo de él, resignificarlo si hace falta y avanzar hacia una definición de mí mismo. Soy yo.
Si alguien hoy por hoy me preguntase: ¿Sos vos, hijo de Dios?, ¿qué respondería yo, estoy lo suficientemente encaminado a vivir mi experiencia de Fe confiando plenamente en Dios, en el Padre?, Si me enfrento a la pregunta del ¿Quién soy? Me animo a responder: un ser en construcción con la plena seguridad de ser Hijo/a de Dios. Hay veces que ante esa pregunta yo respondo: No soy, estoy siendo, porque estoy en la búsqueda de mi identidad y hasta ahora lo único verdadero que encuentro y que puedo decir que Soy, es: Soy Hijo de Dios.
Que esta semana Santa nos ayude a descubrir nuestra identidad, mirando a Jesús pero por sobre todas las cosas, nos ayude a descubrir a Nuestro Padre y sabernos y sentirnos hijo suyo, para confiar cada vez más en El.
Nestor Manzur, sj