Tu vida será cuánto amor pongas en aquello que construyas día a día, cuánto amor en aquello que decidas entregar, toda decisión que tomes y todo lo que puedas generar en los demás. Tu vida será aquello que, con el transcurso del tiempo, te permitas vivir desde el amor. Aquello que sueñes y hagas con el corazón. Tu vida será todos los lugares que visites, todas las personas que conozcas, todas las amistades y relaciones que tengas, todo lo que permitas sentir, todo lo que te permitas dar, todo lo que permitas que llegue a vos. Tu vida será y dependerá de cuánto corazón le pongas al día a día, cuán movido por la luz de Dios estés y cuán protegido por el manto de María te sientas. Tu vida será aquello que te animes a hacer con amor y no lo que reprimas. Aquellos pasos que des firme pero lleno de miedo. Ahí, ahí está tu vida… Y si, todo se verá reducido en el amor con el que hagas las cosas; al amor con el que perdones, al amor con el que tomes decisiones, al amor con el que elijas vivir y hacer imposibles.
Pero amor como algo más que un sentimiento, porque el amor no puede reducirse solo a eso. En todo caso, el sentimiento forma parte del amor… El amor es una vinculación hacia otras personas, que en alguna etapa de la vida pasa por un sentimiento de cercanía de encuentro, de felicidad, de refugio. Pero el amor no es solo eso, ni es siempre eso. El amor para que sea una historia tiene que ser mucho más que un sentimiento, tiene que ser una actitud. Y la actitud lo que tiene es sentimiento pero tiene también convicción, voluntad, de construir algo y hacer que se convierta de verdad en una historia. El amor tiene concreción y muchas veces va mucho más allá de un sentimiento, porque si lo reducimos solo a eso estamos condenados a ser personas emocionales toda la vida.
Y la realidad es que el amor, como amor radical, ese que aprendemos en Dios, es algo a lo que todos estamos llamados de forma diferente; desde lo que somos, desde nuestra historia, desde cómo somos, desde nuestras situaciones, desde nuestra complejidad, desde nuestra vida. Y no se puede decir que hay alguien que no está llamado al amor y la actitud de acogida, de acogida como misericordia; como capacidad de vibrar con las personas en nuestra fortaleza y en nuestra debilidad, eso, eso lo cambia todo… La pregunta entonces no radica en puedo o no puedo hacer esto otro, la pregunta está en por qué camino puedo alcanzar yo, la alegría del amor.
Clarita Alesandria