«Hubo tiempos en que a los jóvenes se les tentaba con la revolución», con ser protagonista del cambio y de la innovación. Hoy, muy por el contrario, se los tienta con la mediocridad, con las pantallas del celular y con el paco. Se los seduce con la apatía y la morfina. Se los incita a sobrevivir en lugar de alentarlos a crecer y desplegar lo maravilloso que cada uno es. Se les miente diciendo que no van a cambiar nada y con ello quieren enfrascar lo más maravilloso que tienen: el entusiasmo. La mayor conspiración tramada contra ustedes, queridos jóvenes, es seducirlos con la vulgaridad y la desesperanza.
Es imprescindible que defiendan lo mejor que tienen: el entusiasmo, la creatividad y la frescura de una vida que se está desplegando. Dejen la amargura, el resentimiento, el reclamo para quienes han renunciado a soñar y a creer que es posible vivir siendo auténticos de verdad. Cuiden, defiendan, aférrense a ese fuego divino que son las ganas de vivir. No malgasten su energía buscando brillar a los ojos de una civilización que ya no cree en los grandes soñadores. No se suiciden sin haber nacido, no renuncien a sentir la sangre correr por sus venas, y sin ser conscientes de lo que son capaces de hacer si logran desplegar el potencial que llevan en ustedes.
Debes elegir tu bandera, tener claro tu horizonte y tomar el timón de tu vida con seriedad, responsabilidad y audacia. Quien ha estado enamorado alguna vez, quien se ha apasionado por algo en alguna ocasión o quien ha soñado con grandes utopías sabe lo que significa vivir. No estudies para aprobar, no leas para retener, no te sientes frente a tus apuntes pensando que solamente es una materia más que debes aprobar, sino que, por el contrario, hazlo porque estás ahí alimentando tu entusiasmo, porque estás dando contenido a lo que te apasiona, porque estás valorando lo que te enamora y, sobre todo, porque estás dando riendas y libertad a tus sueños.
Queridos estudiantes superen la apatía, la vulgaridad y la mediocridad. Hagan que ese fuego divino se les note en la mirada. Tengan una mirada amplia y superadora de la realidad, no sean rastreros. Que se les note la juventud en la mirada positiva y esperanzadora sobre la realidad.
Estudiar es darle un buen tren de aterrizaje a tus sueños. Si la pasión te hace volar, el contenido de lo que lees, la reflexión que haces sobre ello y las nuevas ideas, le darán un buen tren de aterrizaje a tus sueños.
Cualquier buen maestro o profesor lo primero que debe enseñarte y transmitirte es que tú eres el responsable de tu alma, el único que puede dar alas a tu espíritu, y disciplina a tu voluntad.
Por último, me gustaría decirles queridos jóvenes estudiantes que tropezar, fracasar, errar o equivocarse es parte del oficio; tener un fracaso es algo inevitable. Recuerden que ningún buen capitán se forjó en aguas tranquilas. Lo único malo es cuando los tropiezos te acobardan, los fracasos te hacen perder la esperanza o los errores te espantan los sueños.
Javier Rojas, sj