«Si queréis un consejo, después de 53 años de mi vida en la Compañía(…), os diría que en esta devoción al Corazón de Cristo se esconde una fuerza inmensa; a cada uno toca descubrirla -si no la ha descubierto ya- y profundizarla y aplicarla a su vida personal en el modo en que el Señor se la muestre y se lo conceda. Se trata de una gracia extraordinaria que Dios nos ofrece.»
«Señor, enciérrame en lo más profundo de tu Corazón. Y, cuando me tengas ahí, quémame, purifícame, inflámame, sublímame, hasta la satisfacción perfecta de tus gustos, hasta la más completa aniquilación de mí mismo.»
Pedro Arrupe, sj