Eterno Señor de todas las cosas,
siento tu mirada puesta en mí,
sé que tu Madre está aquí cerca
y que, en torno a ti, hay una multitud
de hombre y mujeres, de mártires y santos.
Si tú me ayudas,
quisiera ofrecerme a ti:
es mi determinación más firme y mi deseo
si Tú me aceptas,
proceder en este mundo como tú procediste.
Sé que viviste en una pequeña aldea,
sin comodidades, sin educación especial.
Sé que rechazaste el poder político.
Sé lo mucho que sufriste:
las autoridades te rechazaron,
los amigos te abandonaron.
pero, para mí, es algo maravilloso
Que me invites a seguirte de cerca.
Adaptación del original de San Ignacio de Loyola