Que tu alegría, Jesús brille en nuestros rostros.
Enséñanos a ser alegres como Tú.
Alegres porque tanto nos amó el Padre
que te envió para nuestra salvación.
Alegres porque has venido,
has compartido nuestras penas,
y nos has dado la mayor prueba de amistad.
Alegres porque siempre estás con nosotros,
presente en nuestra historia.
Alegres porque nos estás preparando un lugar
en el que podamos compartir plenamente tu gozo.
Concédenos, Jesús, la felicidad de entregar nuestras vidas al servicio de los demás,
y que nuestro compromiso por los marginados sea nuestra mayor fuente de felicidad.
Concédenos la felicidad de los pobres con espíritu,
con hambre y sed de justicia.
Danos esa felicidad que sólo Tú sabes dar en medio de incomprensiones y persecución.
Que las pruebas y persecuciones, llevadas en la alegría del Espíritu,
nos ensanchen el corazón y se conviertan
en riqueza de generosidad para con todos.
Tú que eres nuestro único bien, Señor,
nos haces entrever perspectivas de gozo eterno,
pues sabemos que cuando nos encontremos cara a cara,
nuestro corazón se llenará de un gozo inenarrable,
que nadie podrá ya sacarnos jamás.
Sabemos que en todo triunfaremos
gracias a la fuerza de tu amor.
Anónimo