Oh Señora mía, Santa María
hoy y todos los días
y en la hora de mi muerte,
me encomiendo a tu bendita fidelidad
y singular custodia,
y me pongo en el seno de tu misericordia
mi alma y mi cuerpo.
Te encomiendo toda mi esperanza y mi consuelo,
todas mis angustias y miserias.
Mi vida y el fin de ella,
para que por tu santísima intercesión,
y por tus méritos,
todas mis obras vayan dirigidas
y dispuestas conforme a tu voluntad
y a la de tu Hijo.
Amén.
San Luis Gonzaga, sj