Señor, quiero que mi relación contigo
sea más intensa cada día. Te alabo
desde lo profundo de mi corazón
porque has decidido quedarte con nosotros
y acompañarnos hasta el fin de los tiempos.
Has decidido alimentarnos con tu propio cuerpo
a través de la Sagrada Eucaristía y aunque
nuestros engañosos sentidos humanos
sólo vean un trozo de pan,
allí estás Tú, esperando que nos hagamos uno contigo.
Ayúdame a entender
que para seguir tu proyecto de vida debo amar
y ser servidor de los demás, pues si Tú, siendo el Rey de reyes,
lavaste los pies a tus discípulos,
yo también debo imitarte en obras y pensamientos.
Así como Tú has sanado mis heridas,
sé mi fuente de poder para poder hacer lo mismo
con aquellos que no han salido de su dolor,
escucharlos, atenderlos
y sobre todo, acercarlos a tu amor.
Con el ejemplo que me has dado
me enseñas a vivir en el amor y a salir
de ese camino egoísta que la sociedad
hoy propone: «la superación personal
sin importar a quien dejó atrás en el camino».
Dame, Señor mío, conciencia
para crecer y ser cada día mejor,
que tu alimento divino sea la fuente que me impulse
y me proyecte a hacerlo todo bien sembrando esperanzas a mi paso.
Te doy gracias
por todas las bendiciones
que hoy me darás. Ayúdame a esforzarme
sin desánimo y a ser la mejor versión de mí mismo.
Te amo, confío en tu poder transformante
que consuela y renueva el espíritu victorioso
en cada uno de nosotros a través de la Eucaristía.
Amén.
Qriswell Quero de Pérez