Señor, una vez más estoy delante de tu Misterio.
Estoy constantemente envuelto en tu Presencia que tantas veces se torna en ausencia.
Busco tu Presencia en la ausencia de tu Presencia.
Echando una mirada al inmenso mundo de la tierra de los hombres, tengo la impresión de que muchos ya no esperan en Ti.
Yo mismo hago mis planes, trazo mis metas y pongo las piedras de un edificio del cual el único arquitecto parezco ser yo mismo.
Hoy día los hombres somos, muchas veces, unas criaturas que nos constituimos
en esperanza de nosotros mismos.
Dame, Señor, la convicción más profunda de que estaré destruyendo mi futuro siempre que la esperanza en Ti no estuviere presente.
Haz que comprenda profundamente que, a pesar del caos de cosas que me rodea, a pesar de las noches que atravieso, a pesar del cansancio de mis días, mi futuro está en tus manos y que la tierra que me muestras en el horizonte de mi mañana será más bella y mejor.
Deposito en tu Misterio mis pasos y mis días porque sé que tu Hijo, y mi Hermano
venció la desesperanza y garantizó un futuro nuevo porque pasó de la muerte a la vida.
Ignacio Larrañaga