Ya hemos comenzado a vivir la Semana Santa, recta final del camino realizado para llegar a la Pascua.
El gesto de “Partir el Pan” nos da la posibilidad de contemplar y acompañar al Señor desde dos escenas bíblicas. La primera La Cena, cena de amigos, cena de despedida, en la que Jesús quiere partir el pan y compartirlo con los suyos. La segunda escena, es otra cena mas intima donde el evangelio nos dice que los comensales “lo reconocieron al partir el pan”. Y entre estos dos acontecimientos, entre la última cena y la cena de Emaús, la entrega máxima: Él mismo se partió y se entregó. Entre dos cenas Jesús nos da el alimento, Él alimentándolos en la Eucaristía. ¿Qué hacer ante tremenda donación? Recibirlo, acogerlo.
Los comensales de ambas cenas son un grupo variado. Hay amigos, traidores, negadores, desesperanzados, indiferentes, discípulos. Jesús, por y a, todos ellos se entrega, se da por igual, Él no pide condiciones, su ser es darse. Quien acepta la donación del Maestro es quien se puede encontrar con Él, es quien lo puede reconocer y fortalecer el vínculo con Él.
El grupo a quien Jesús se ofrece en la Eucaristía también es bien heterogéneo, sos vos, soy yo. Somos peregrinos con distintos recorridos y estacionados en algún recodo del camino, somos peregrinos que vamos hacia la Pascua con un particular bagaje interior. Y para vos y para mi, Dios dándosenos. ¿Qué hacer? RECIBIRLO.
Claudia Aimale, ecj