Primero una influencia intuitiva, sentimental, emotiva, porque, como se ha dicho, si ella no hubiera sido creada por Dios, el hombre habría tenido que inventarla, es una necesidad psicológica del corazón humano. En el fondo, María representa la aspiración de todo lo más grande que tiene nuestra alma. La madre es la necesidad más primordial y más absoluta del alma, y cuando la hemos perdido, o sabemos que la vamos a perder, necesitamos algo del Cielo que nos envuelva con su ternura.
Ella no es divina, es enteramente de nuestra tierra, como nosotros, plenamente humana: hacía lo oficios de cualquiera madre, pero sintiéndola tan totalmente nuestra, la reconocemos como trono de la divinidad.
San Alberto Hurtado, sj