Nunca tuve la necesidad de sentir, simplemente actuar con mis pensamientos, mis pensamientos tenían vida propia, me encerraban siempre en el mismo camino, no dejaban que haga nada de lo que sentía, ellos me estructuraban y transformaban mi vida en un mundo repleto de distracciones como el trabajo, la facultad entre otras más.
En el momento que me llegó la invitación a esta misión pensé y dije bueno, total el que no arriesga no gana. Era la primera vez que iba a tener una experiencia cómo está, en primer lugar mi cabeza se llenó de dudas y el primer pensamiento fue: ¿yo estaré preparado para esto?. Tuve una persona única que insistió tanto en que vaya, que finalmente algo dentro mío decidió ir.
Esta misión básicamente se centró en aprender a sentir, pude ver que sintiendo vemos todo de otra perspectiva, muy distinta a lo que ven los demás. Misionar no es ir solamente a servir al otro, sino es entregarse a uno mismo para servir al otro, dar todo de uno para llenar el alma de las demás personas. Pude sentir verdaderamente como en cada casa que recorrí Dios estaba en ellos, pude sentirme en cada momento acompañado por una persona muy especial, que me guío en este camino, el cuál era totalmente mente nuevo y desconocido para mí, fue un camino repleto de alientos, que nos daba infinitas ganas de seguir recorriendo, nos daba ganas de seguir escuchando, viendo y sintiendo todo esto que completaba nuestros corazones.
En cada hogar nuestro corazón no sólo sintió sino que también vio y escuchó a todas estas personas humildes y cuando digo humildes me refiero a humildes interiormente, con una luz y fuerza interior inexplicable, que hacía que tus esquemas internos se desmoronaran, que tus estructuras lentamente se derrumbaran, y todo esto generó en mí un ruido inconcebible, mi mente se sentía inútil e incompetente y me di cuenta que todo este sonido que se provocó en mi interior, simplemente era sentir, era ponerse en la vida del otro y juro que el sonido más fuerte que pude escuchar en ese momento fue el de mi interior, nunca antes había sentido de esa manera, es algo muy difícil de explicar y muy complejo de entender. Desde ese momento mi corazón comenzó a latir por una razón y esa sencillamente se trataba de amor, algo que muchos piensan que está en todas partes, pero no es así, el amor se siente y se vive, es un sentimiento desinteresado, es darse por completo al otro y lamentablemente por muchas razones lo confundimos con el «querer» y el querer simplemente son apegos a una persona. Cada familia de alto verde logró demostrarme que el amor no se entiende sino que se vive y dar amor no agota el amor sino que lo aumenta. Estas personas me ayudaron y me dieron aliento a que en la vida las cosas que verdaderamente importan son el amor, la felicidad, la familia, la Fe y el nunca dejar las esperanzas de que todo por algo pasa y que dejemos de poner nuestros ojos en distracciones, que salgamos de nuestra zona de confort y que apostemos a lo que cada uno siente y que jamás dudemos de nosotros mismos.
Está misión realmente me movió el alma, fui completamente vacío y volví completamente lleno, mi vida en sencillamente 4 días arrancó a tener un sentido único y las ganas de seguir viviendo, que no se van, es una locura que no tiene descripción alguna, es solo sentir y dejarse llevar por las palabras que dice tu corazón. Y cuando hago hincapié en esta locura, me refiero a Dios que está en cada uno de nosotros pero le damos la espalda porque vivimos sumergidos en distracciones y como mejor la sabemos llamar: «rutina», que es algo que nos cansa, que muchas veces nos saca las ganas de seguir adelante, con esto tratamos de tapar vacíos, pero al fin y al cabo seguimos estando más vacíos de lo normal.
Agradezco a Dios este regalo que me dio en esta Semana Santa, esta experiencia me hizo vivir y sentir en todo momento. No solo le doy gracias por esto, sino también por cada persona que me acompañó en esta enorme locura, son seres que siento que los conozco desde siempre y que plenamente puedo confiar en ellos para lo que sea. Como dijo uno de nosotros; ”Es increíble como una sola persona puede unir a tantas «… Esta frase no sólo se reflejó en el grupo de misión, sino también en las familias que nos abrieron sus puertas, sus corazones, confiaron plenamente en nosotros con solo conocernos en cuestión de segundos, nos transmitieron incomodidades, problemas personales entre otras cosas, pero me dejaron en claro que todo en nuestra vida se trata sencillamente de amor.
Estas experiencias dejan huellas imborrables en nuestros corazones, además imágenes que jamás podrás olvidar, sonidos que jamás podrás dejar de escuchar, un calor interno que nunca dejará de quemar y memorias que jamás dejarán de aparecer en tu mente.
Reiteró sencillamente solo se trata de sentir, vivir, experimentar, oír, apreciar y nunca dejar que nuestra Fe se apague y si sentís eso hay alguien que dejó la vida por nosotros, que siempre nos está esperando, sólo se trata de tener la valentía y el atrevimiento de buscarlo en las demás personas y no tanto allá arriba, sino en la humildad de las pequeñas cosas.
Cada día es una nueva oportunidad para aprender a sentir y amar. Somos nosotros quienes elegimos nuestro camino. No digo que sea un camino fácil de transitar y soportar, pero estoy seguro de que «Dios les da las batallas más difíciles a sus mejores guerreros».
Sebastián Toniollo
Misión de Pascua 2018 (Alto Verde, Santa Fe)