Unos días después de lo vivido en el Congreso de la Nación, donde la ley de interrupción voluntaria del embarazo, obtuvo media sanción, y reconociendo la importancia de la lucha por defender las dos vidas, quiero compartir este texto que ojalá pueda ayudar.
«Quizás ya sea tarde. Quizás, sea verdad. Para empezar de cero, para querernos sin compromiso y comprometernos en la felicidad. Quizás, ya sea tarde. Para devolver una caricia, para abrazarnos sin motivo, para que la excusa de amarnos sea “porque si”. Quizás ya sea tarde. Para amarnos los unos a los otros por sobre todas las cosas, para darnos una segunda oportunidad. Quizás ya sea tarde. Para que la palabra convivencia no nos suene lejana. Para que la “empatía” sea algo natural. ¿Será tarde para Tomas De Aquino? Quizás sí. Quizás ya sea tarde para que la palabra de Dios esté en nuestras bocas día a día. Quizás debamos dejar de iluminarnos entre todos y comenzar a brillar individualmente. Quizás ya sea tarde para darnos la oportunidad de rehacernos como personas, de esas que nacen para los demás. Quizás para muchos ya sea tarde para dar hasta que duela, para buscar fuerza entre los abrazos de los más débiles, para amar hasta que al corazón le duela cada latido.
Se me hace triste escuchar a muchos hablar desde la lejanía y el desconocimiento de Dios en nuestro día a día. Me da impotencia, ser mudo para sus oídos, ser invisible hacia sus miradas, ser una palabra callada, abucheada, ser “el otro”. Pero quizás, ya es tarde. Tarde para ser un amigo, para ser quien camina a la par de su hombro, para ser alguien que de gusto tener al lado. Pero lo más triste, es saber que no soy el único que pasa por esta impotencia de pensar que quizás, ya sea demasiado tarde.
Quizás ya sea tarde para muchos. Pero para mí tarde será cuando haya alguien que no me haya escuchado hablar de lo que es el amor de Dios, y a mí me dé igual. Mientras que pueda seguir sentando gente en mi mesa, mientras que exista un motivo para sonreír, mientras que tenga mis ganas de ser y conocer el mundo desde la cristiandad, no será nunca tarde. Para muchos ya es tarde cuando en la cena queda dividir migas. Pero mientras que pueda comerlas entre los que están dispuestos a compartirlas, no será tarde.
Para muchos será tarde el día que pongan fronteras entre las culturas, religiones, ideologías. Y yo les digo, que tarde será para las fronteras cuando se den cuenta lo que puede hacer alguien por el amor de Dios. Tarde será para aquellos que no encuentren su vocación, su vida, su alegría, en este mundo. Para mi será tarde el día que no pueda ir con ellos y hablarles del Señor.
Para muchos será tarde, cuando derrumben la fe, cuando se estanquen los ríos, cuando una palabra no pueda sanar. Pero yo les digo, que mientras que se siga construyendo comunidades, anhelos y deseos de luchar por la vida, mientras que haya una mano dispuesta a tomar la mía, mientras que se siga dando el saludo de la paz, nunca será tarde.
Nunca será tarde para alguien que lucha por un mundo sin discriminación, sin mayoría, sin minoría, sin vidas que valgan menos que otras. Nunca será tarde, para el que pasa noche y día preocupado por los demás, para el que está dispuesto a integrarte en su familia, para el que te ofrece su único abrigo en noches invernales. Nunca será tarde para recordar lo que nuestro Padre hizo por nosotros, para agradecer la vida que nos dio, con sus altibajos, con las personas que nos rodean, con aquellos que dejaron en este mundo esa semilla que pide seguir siendo regada. Nunca es tarde para aquel que sabe valorar, que sabe dar oportunidades, que escucha, por más que no esté de acuerdo».
«Nunca es tarde, si sabemos amar como buen cristiano. Siendo personas con y para los demás. Creciendo como hermanos, levantándonos unos a los otros, y comunicándole al mundo que nunca es tarde para el tiempo de Dios».
Augusto Otero