Sobre el G20 y nuestro lugar en la construcción de un mundo más justo

Seguro has escuchado varias veces en los medios, o has leído en las redes sociales la sigla “G20”. Pareciera que es algo importante, porque la ciudad de Buenos Aires estará detenida y bajo un importantísimo (e inédito en nuestro país) operativo de seguridad: más de 25000 hombres, tanto de las fuerzas federales como así también custodios internacionales, estarán vigilando el evento. A eso se suma importantes cortes de tránsito en el centro de la ciudad, y la detención del servicio de gran parte del transporte público. ¿Por qué tanto alboroto por tal evento?

El Grupo de los 20 (G20) es un foro cuyos miembros permanentes son 19 países de todos los continentes. Es el principal espacio de deliberación política y económica del mundo. En su sitio web, este organismo se define como «lo suficientemente pequeño para permitir discusiones cara a cara sobre los nuevos desafíos de la agenda internacional y lo suficientemente grande para representar a la mayor parte de la economía mundial». Este año la Argentina es la sede la cumbre del G20, en donde los máximos líderes mundiales se reunirán para dialogar, debatir, y llegar a un acuerdo en relación a la agenda de temas de la cumbre.

Los temas prioritarios de este encuentro son: el futuro del trabajo, la infraestructura para el desarrollo, y cómo pensar un futuro alimentario sostenible; y como tema transversal, la perspectiva de género. La consigna es «Construyendo consenso para un desarrollo equitativo y sostenible«

El 1 de diciembre de 2017, cuando la Argentina asumió la presidencia del G20 para el año 2018, las palabras de nuestro presidente, Mauricio Macri, fueron las siguientes:

Con una visión centrada en las personas, la Argentina pondrá al desarrollo, la equidad y la sostenibilidad al frente de la agenda del G20. Dedicaremos nuestros mejores esfuerzos para cumplir con la tarea que nuestros socios nos encomendaron, conduciendo al G20 bajo el lema “Construyendo consenso para un desarrollo equitativo y sostenible”.
El mundo ha cambiado de manera fundamental. La globalización ha transformado nuestras economías, sociedades y prácticas de trabajo. Ha sido una piedra angular del crecimiento y el desarrollo, pero sus beneficios no han sido compartidos equitativamente. Este es el momento en que debemos renovar nuestros compromisos con la meta más amplia de no dejar a nadie atrás.

 

Este año se cumple el décimo aniversario de esta Cumbre de Líderes. Ante tan nobles objetivos que orientan este encuentro, podríamos preguntarnos qué es lo que han logrado estas reuniones entre líderes de países, y no sólo de esta organización, sino de los muchos organismos internacionales que han existido y también siguen existiendo. Es un evento que nos recuerda la pregunta por cuáles fueron los logros por parte de estos organismos en la consecución de un mundo más justo, más humano, más felíz y más vivible para ese tercio de la población mundial que vive bajo la pobreza, la exclusión y la explotación, bajo la guerra. Podríamos preguntarnos qué cambios han logrado estas organizaciones en generar una conciencia por el medio ambiente, que deje de lado los intereses por maximizar la rentabilidad en las empresas; que se proponga cambiar el estilo de vida consumista, del descarte; para así hacer sostenible la vida en nuestro hogar común, la tierra.

Quizás no podamos tener un conocimiento certero de los intereses, los poderes, los capitales que están en juego en reuniones de tal envergadura, y que influyen (y a veces determinan) las decisiones que allí se tomen. Porque pareciera que lo que se habla allí, el poder de tomar decisiones o consensuar acuerdos que luego afectan a naciones enteras, está en otra dimensión a la que vivimos nosotros diariamente; está totalmente fuera de nuestro alcance. Pero esa es una postura muy cómoda. Quizás no estemos ocupando un asiento en la Cumbre del G20, pero eso no quita nuestra responsabilidad en construir una realidad más equitativa, más humana, más justa y más solidaria con el medio ambiente; y tampoco quita el peso que tienen nuestras decisiones y conductas diarias para lograr tal fin. Construir el Reino al que aspiramos es cosa de todos los días, de las pequeñas acciones; acciones que están sustentadas en una fe radical en la condición humana; fe que nos permite hacer realidad el “amarnos unos a otros”. Desde allí empieza el cambio.

Y este amarnos unos a otros, esta fe en la condición humana, se hace palpable en un compromiso con el otro, con la realidad social y con el mundo. Es un amor que no muere en lo individual sino que trasciende. Por eso, creo, tomar conciencia y estar al tanto de lo que se debate en reuniones como la del 30 de noviembre, es ser responsable con el mundo y la realidad social en la que uno vive. Es no ser ajeno a ella. Es querer hacer real una sociedad democrática, en la que todos participemos de su construcción.

Mili Raffa
Fuente: Página oficial del G20

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