¿Para qué quiero un Dios que me dé la muerte?
Y si así lo hace, por lo menos que no lo diga.
Pero para poder amarlo, es necesario conocerlo.
Y la única manera de conocerlo
es cuando Él mismo se da a conocer.
Y es entonces cuando dice:
Yo soy la resurrección y la vida.
Yo soy el camino, la verdad, y la vida.
Yo doy la muerte y la vida.
Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.
Una vida tan abundante que incluye la muerte.
Una muerte que no cierra los ojos, sino que mira a la vida.
Dame ese coraje necesario, no para vivir la vida,
sino para aprender a vivir la muerte,
las muertes…, mi muerte.
Porque quien quiera salvar su vida, la perderá
y quien la pierda por mi…
tendrá vida en abundancia.
Y aún muriendo contagiará vida.
Marcos Alemán, sj